Monday, April 10, 2006

No more heros

Cuando uno termina de ver Historias de familia (The Squid and the Whale, Noah Baumbach) tiene la impresión de haber visto una gran película. No, no es el guión, ni son las actuaciones, ni todas esas cosas que los críticos se han ocupado de desarmar con manía de relojeros. Tampoco me inclinaría a la suposición que el gran cine de EU lo tienen las historias de destrucción familiar o las de reencuentro. Mucho menos las interpretaciones sociológicas –No más ‘es el símbolo de una sociedad que se fagocita’ o algo por el estilo.

El cuerpo de Jeff Daniels exhibe en la carne y la mirada todo el rechazo que pueda generar un tipo. Su imagen intimando con Anna Paquin (si, por fin muestra lo que ganó de niña…) y la de su hijo abriendo la puerta y observándolos, descubre en los que miramos la pantalla el placer muy sutil de la deformidad: la del padre incómodo con su propio cuerpo inmenso, aparatoso y desproporcionado respecto de la mujer; la del desgarbo de la figura del adolescente que ve en el padre su propio futuro. Ni hablar del guiño perverso que el director le hace al público al poner al adolescente a cantar Hey, you en un concurso escolar, haciéndola pasar como propia, y a mirada emocionada hasta las lágrimas de los padres. Se me ocurre que por este lado, en ese Brooklyn de autos de 1986, en las paredes descascaradas de la casa que compra el personaje de Daniels, en la imagen precaria que el hijo menor se pone entre las piernas para excitarse, es donde la cinta sorprende. Mención aparte, y sólo como detalle, merece William Baldwin, que los años no le han favorecido, pero el papel de winner de barrio le viene al dedillo.

Qué lejos queda Sliver... (Justo en el momento que Sharon se florea con su figura en la segunda de Instintos).

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