Monday, May 01, 2006

Querida familia:


Después de ver Capturing the Friedmans (Andrew Jarecki) entré al site de la película, miré de nuevo las fotos de la familia, leí las noticias relacionadas con el caso de Great Neck. En un cuaderno de comentarios, alguien decía que había pasado la noche con la cabeza en el documental y preguntaba si a algún otro no le había pasado lo mismo.
Son imágenes tan extrañas -tan bellas, monstruosamente bellas- las que la cámara casera de David registró durante el proceso sobre Artie y Jesse; tan finos los hilos que se cruzan en la familia, de los padres a los hijos y entre los hermanos. Tengo tantos momentos de la cinta en la cabeza que no sé sobre cuál escribir. Pienso en la revelación paulatina del Howard, en su vida con su pareja y el estereotipado perro de mano. En su opción y la del que termina matándose en la cárcel, después de acusarse por los abusos del sótano. Pienso en David, entrando en los hogares neoyorquinos, vestido de payaso, con los mismos rasgos de su padre. Pienso en los años de Jesse en la cárcel, en las noches previas a que padre e hijo se declararan culpables, diviertiéndose con la cámara. Pienso en la imagen huidiza de Seth, que se niega a dar testimonio frente a las cámaras; en el agujero en el portarretratos familiar.
No hay verdades en la película, no hay versiones. Hay palabras solapadas, hay imágenes develadoras, en el sentido más primitivo del término.
Es difícil salir de Capturing the Friedmans.

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